Semana Santa 2017

miércoles, 19 de abril de 2017

Miércoles Santo 2017 - I


Los rayos del sol abrasaban los ladrillos del que fuera el Convento cercano a la Puerta Madrid, como todos los Miércoles Santos, los vecinos del querido Barrio de Capuchinos se congregaron ante la portada de la capilla de salida de la Archicofradía del Huerto, en una tarde que destacaba especialmente por ser la más calurosa de las jornadas vividas en la Semana Santa de este 2017.

El cortejo de nazarenos avanzaba ligero por la Corredera, para así facilitar la salida de los pasos de esta querida corporación andujareña, que este año adelantaba algunos minutos su horario, debido al nuevo itinerario de regreso, que buscaba evitar el cruce y "los parones" que en el centro de la ciudad se provocaban entre las dos Hermandades de este día.
El misterio avanzó a buen ritmo alcanzando la Calle Granados en apenas dos interminables chicotás que fueron aplaudidas por la muchedumbre que esperaba al Señor más iliturgitano, aquel que de rodillas abre sus brazos rogando al Padre, mientras es confortado por el divino ángel que lo alienta en esos momentos de agonía en el Huerto de Getsemaní.

Tras la apreciada escena, obra de nuestro paisano, el maestro Aldehuela; el majestuoso palio de la Reina de Capuchinos marchaba con la gracia y el gusto del andar de su cuadrilla de costaleros. En los primeros metros de esta gran vía que une el Barrio con el casco histórico de la ciudad, pudimos disfrutar del eco de una saeta aclamada por los vecinos y devotos que rodean el paso de Ntra. Sra. de los Dolores y que se niegan a abandonarla en todo su recorrido.


La luz cobriza de la tarde fue apagándose dejándonos un anochecer añil que envolvía el transitar del Señor de la Oración y de su bendita Madre de los Dolores. Al igual que en años anteriores, uno de los momentos más bellos de la Estación de Penitencia, es cuando los pasos alcanzan, el Convento de Clausura de las Madres Trinitarias, donde como palomas blancas, las hermanas vislumbran el momento desde las galerías altas del monasterio. 


Los faroles y la candelería se iban encendiendo, prendiendo a su vez, con la cera, las plegarias de tantos fieles que cumplen promesa tras sus Sagrados Titulares. La calle Maestra volvía a regodearse con el roce de las imponentes bambalinas del firmamento negro que cobija a la Señora del dulce dolor, dejando tras ella el inconfundible aroma de las rosas y los claveles que florecen en la plata de sus jarras. 
El acertadísimo cambio de itinerario, nos dejaba estampas únicas, como era el transitar de la Archicofradía ante la fachada mudéjar de la Centenaria Plaza de Toros de Andújar, o los instantes en los que el palio surcaba Argimiro Rodríguez entre los naranjos que jugaban con la luz que emanaba desde la delantera del paso. El Barrio de Capuchinos pudo disfrutar de sus vecinos más queridos que pasearon esa esencia y esa estirpe de la que siempre pueden sentirse orgullosos y que a pesar de los desajustes horarios propiciados por la novedad, lucieron hasta el final. 


De forma histórica el Señor de la Agonía en su Oración en el Huerto y Ntra. Sra. de los Dolores, cruzaban el Arco capuchino de Carlos III, ese emblema monumental que se alza junto al templo de la Divina Pastora y que desde esa noche se jacta con una mayor Gloria, que antes solo era soñada por unos cuantos. Enhorabuena a toda la corporación y a su Junta de Gobierno por cumplir esa anhelo cofrade.




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